Supereñe

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El primer héroe que hubo en mi vida fue, posiblemente, Supereñe. Ese dibujo animado digitalizado que amenizaba las sobremesa de TVE hace ya tiempo. Por aquel entonces yo tenía siete años e imaginaba lo fantástico que debería de ser vivir en un mundo virtual con personajes de lo más variopinto. Hace diez años él era mi "héroe". Y casi podría decir que aspiraba a vivir como él. Lo que hace la televisión, oiga.

Ahora un héroe para mí no es alguien que sale en la televisión ni el protagonista del último taquillazo 'made in Hollywood'. Uno, que ha tenido la oportunidad de visitar comedores sociales, bancos de alimentos o cooperativas de ONGs y además ha tenido que narrarlo para mucha gente sabe que los héroes de verdad están en la calle trabajando para mejorar la vida de la gente.

Recuerdo la historia de Antonio, prejubilado de 63 años que eligió seguir levantándose a las 5 de la mañana una vez liberado de sus obligaciones laborales: cada día va con su furgoneta a Mercamadrid para pedir a los mayoristas una pequeña donación para el banco de alimentos. Ver su cara de satisfacción cuando se entregan esos víveres a quienes lo necesitan no tiene precio.

No quiero quitar mérito a Supereñe, porque hacer soñar a toda una generación no es fácil, pero es evidente que los héroes de verdad son los que aportan al resto del mundo su tiempo, su esfuerzo y toda su buena intención. Y Antonio lo hace cada mañana.

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